Acabo de volver de realizar una ruta altamente recomendable
por el próximo país que va a convertirse en socio de este club tan “selecto” al
que llamamos Unión Europea: Croacia. Con 4.290.612 habitantes, y 56.542 km², Croacia se convertirá en el país
número 28 de la UE a partir del 1 de julio de 2013. Y ¿qué piensan los croatas
de la UE? Como siempre, hay diversidad de opiniones: después de 5 años de
negociaciones, se esperaba que Croacia se adhiriera entorno al año 2010, pero
surgieron algunas dudas sobre la ampliación de la UE tras el rechazo de Irlanda
al Tratado de Lisboa en un referéndum. No obstante, tras la aprobación y la
entrada en vigor de este tratado, Croacia pudo finalizar con éxito las
negociaciones sobre su entrada el 30 de junio de 2011. Así, y tras haber sido
ratificado por referéndum el 22 de enero de 2012, en el que el 66% de la
población croata votó por el Sí a la entrada en la UE (aunque sólo hubo una
participación del 47% de los 4,5 millones de votantes). Sin embargo, hay cierto
escepticismo entre la población, que en medio de la actual crisis económica y
financiera que afecta a muchos de los países miembros, ven el € (a pesar de que
la entrada a la UE no conlleva la incorporación de la moneda común) como un
problema más que como una solución. De ahí la primera foto que ilustra este post,
sacada en una calle del centro histórico de Split, y en la que dice: “Tendremos
que pagar el pan en euros? UE no, gracias” (traducción a cargo de mi amiga
Natasa, eslovena). Después de Eslovenia, Croacia es la que mejor se ha
recuperado de la disolución de Yugoslavia y espera pasar a ser la segunda ex-república
yugoslava en ser miembro de la UE
La UE es un “organismo” en constante evolución, una
organización que a pesar de estar pasando sus horas más bajas en cuanto a
cohesión, a crecimiento, a solidaridad, sigue teniendo la ambición de crecer,
de ampliarse, de incorporar a nuevos miembros (con objetivos altruistas o
egoístas, según cómo se mire). ¿Hasta cuándo y dónde puede crecer la UE? Esa es
la gran pregunta.
En este marco, y después de llevar unos meses viviendo en la
gris, pero a la vez excitante, capital de la UE, he realizado una ruta de dos
semanas absolutamente maravillosa por la costa croata. Para los que estén interesados,
detallaré los lugares más destacados de esta ruta: En primer lugar, tomamos un
ferry en el puerto de San Basilio de Venecia, que en 2.45h nos llevó a Poreč, en la costa oeste de la península de Istria, famosa por su fabulosa gastronomía.
De ahí bajamos hasta Pula, con su famoso anfiteatro (que nada tiene que
envidiar al Coliseo de Roma), y un poco más abajo encontramos el parque
Kamenjak (http://www.kamenjak.hr/), con innumerables
calitas, perfectamente conservadas, y con una agua cristalina. De ahí subimos
por la carretera de la costa hasta llegar a la isla de Krk, la más grande de
Croacia y la única a la que se puede acceder a través de un puente. Además de
ver el pueblo de Krk, visitamos Malisnka y Vrbnik , con sus espectaculares playas, pero con rocas y piedras. Para los que estén acostumbrados a
las playas de arena, se recomienda que compréis unas zapatillas especiales para
el agua (las venden en todas partes por 50 kunas), y una esterilla acolchada para no
clavarte las piedras en la espalda. De Krk nos fuimos por la autopista (recién
construida) hasta Zadar, que tiene un casco antiguo muy bonito, y de ahí hasta
Split. Tomamos el famoso ferry de la compañía Jadrolinija hasta la isla de
moda, Hvar, donde nos quedamos una semana para poder disfrutar con tiempo y calma de
las maravillosas playas del archipiélago de Pakleni
islands, y de los buenos restaurantes.
El apartamento donde nos quedamos (muy recomendable y con una
casera muy divertida, Diana), estaba dentro de una casa (que tenía 2
apartamentos más) y en el que convivimos durante una semana una eslovena,
croatas, serbios, bosnios (y españoles). Es increíble poder pensar que hace 20
años pudo haber una guerra tan cruel, inhumana, violenta y, sobre todo, fratricida,
entre estos pueblos que tantos años han compartido tierras, fronteras (y tantas
otras cosas..). En apariencia, no hay
rastro de esa guerra, aunque seguramente las heridas todavía no están
totalmente cerradas. Precisamente ese terrible episodio debe hacer recordar a
la UE el vergonzoso papel que los países europeos realizaron, y lo que no debe
volver a pasar nunca.
Volvimos a casa desde Split, con muchas ganas de seguir
bajando por la costa croata hasta Dubrovnik, la perla del Adriático, y ya de
paso, llegar a Montenegro, con sus acantilados y sus bonitas playas. Pero no
hay tiempo para todo, así que será en otra ocasión. Lijepa naša domovino.
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